miércoles, 26 de noviembre de 2014

Señales de advertencia.



Llegas a la mitad de una catástrofe
Llegas con tu sonrisa 
Sin preguntarme siquiera cómo estoy,
Pero te quedas,
Para reinventarlo todo.

No sé qué haces en un lugar como este,
Donde no hay nada fijo,
Donde las crisis son constantes,
Y se anda descalza por la casa,
Sin miedo a cortarse con los vidrios en el piso. 

No sé por qué te quedaste, 
En un desastre como éste,
Donde se llora de madrugada, 
Y se sonríe por las mañanas,
A pesar de las ojeras.
Donde hay más errores que aciertos,
Y se hace la revolución 
En medio de las treguas.

No sé por qué viniste, 
Si desde lejos puede verse,
Que este lugar es sólo ruinas,
Que hay sólo polvo acumulado, 
Y parece no importarme la alergia.
Donde no hay un lugar, 
Para protegerse de las tormentas, 
Y las goteras en el techo,
Son más que los baldes de agua,
Que uso para contenerlas. 

Pero llegas, y llegas con tu sonrisa, 
Que no luce a menudo,
Pero al hacerlo ilumina todo el lugar, 
Vas sacando el polvo, 
Y reconstruyendo el techo,
Sin antes borrar las marcas, 
En los huesos de mi clavícula.

Besas cada uno de mis defectos,
contemplas mis cicatrices,
Como sí fueran algo eterno.

Comienza la tormenta,
Y no te importa mojarte,
Saldrá el sol una vez más, 
Y atarás un arcoiris,
A mi cabello despeinado. 

No sé qué haces en mitad de este desastre, 
Llegas a tomar mi mano,
A no preguntarme nada,
A hacerme sonreír el corazón.

Quédate.

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