domingo, 14 de abril de 2013

Fragmento II


Ella quería enamorarse, tenía tanto miedo. Pero el miedo es algo bueno, es algo real. Y ella necesitaba un poco de realidad, ponerle fin  a tanta fantasía. Escribió desesperadamente en el papel, sabía la dirección de memoria. La carta llegó 5 días después. No tenía remitente, no era necesario, él conocía la letra a la perfección.

Es urgente que te diga esto, porque en el momento en que lo haga estaré liberándonos para siempre, es necesario que te diga que ya tuve suficiente, que ya no puedo seguir pensándote, que necesito sacarte. Es urgente que sepas que cuando volteo hacia atrás, no son tus ojos los que veo. Que ya no sueño con tus manos, ni espero que, por un golpe de suerte, decidas llamarme sólo para saber si estoy bien. Que todas tus palabras se han ido borrando de mi memoria, que ya no tengo esa necesidad de mandarte un mensaje cuando las copas se me suben a la cabeza.
Es necesario contarte que está naciendo en mi esa necesidad de llenar tu vacío, que pongo más atención cuando alguien me hace un cumplido, que ésta vez estoy dispuesta a darle la oportunidad a alguien, que quiero que me conquisten, que quiero todas esas cosas bonitas, que ya no puedo. Tengo que contarte que me muero de miedo, que si abro mi corazón a alguien más no volverás a él nunca más, que me duele dejarte ir, que me duele rendirme, que ese sentimiento de estar conectados no lo siento más, que ya no me queda nada.
Me urge contarte que me gustaría que hicieras un último esfuerzo, que me hicieras ver que no todo está perdido, que trataras de hacerme ver que aún quieres algo conmigo. Sé que no será así, sé que no quieres más de mí, sé que se acabó, que me estoy aferrando a la nada, que ya encontrarte a alguien más. Sé que no importa nada de lo que aquí leas, pero es mi manera de desahogarme, que hay noches que necesito contarte de mis días, que quisiera que te preocuparás por mí. Perdóname si mis palabras te causan confusión, sé que terminé todo esto hace mucho, pero era importante decirte que ya estoy lista para dejarte ir, no es porque quisiera restregártelo, es sólo que al decírtelo lo hace real. Espero que estés bien.
Ana.

Él leyó la carta una y otra vez, sabía lo mucho que debió haberle costado admitir que aún sentía algo por él, pero también sabía que se había acabado, que la había perdido.