lunes, 12 de enero de 2015

Credo



Se equivocó mi abuela 
Al enseñarme un credo 
Para un Dios con mayúscula 
Y una salvación utópica.

Se equivocaron mis padres 
Al decirme que sí mentía 
Me iría al infierno.

No me enseñaron que el credo 
Tenía más estrofas 
Que las que enseña la iglesia.

Porque creo en un Dios,
Pero también creo en tus ojos,
Que me sonríen desde lejos, 
Y me quitan el aliento.

Creo en tu boca,
Que se volvió mi sustento,
Cada que susurra un te quiero.

Creo también en tu mano
Atada a la mía,
En cualquier calle,
En cualquier esquina. 

Creo en tu risa,
A mitad de una película 
En tus dedos rosando mi mejilla.

Creo en las cosas que no me dices,
Y las mentiras que me digo,
Para no apresurarme de más contigo. 

Creo cuando me digo,
Que estar contigo,
Es todo lo contrario a perder. 

Tal vez no creo en la iglesia 
Ni en un Dios, ni la salvación eterna.
Yo creo en tus ojos,
Tu boca, tus manos y tu risa.

No necesito paraísos,
Los tengo aquí,
Contigo. 

Como dijo Benedetti:
Tú eres mi utopía.