jueves, 23 de octubre de 2014

Cero y van cinco.

Cómo medir el tiempo...
¿en años? ¿meses? ¿horas? ¿segundos? 
¿Y si quiero medirlo en momentos?.

Porque si empezáramos a medir el tiempo, yo tendría mil momentos en mi linea de tiempo: mil momentos de ti. 

Tendría, por ejemplo; tu sonrisa en tiempos de frenillos, miradas de complicidad, una conversación de madrugada, lunas de Octubre, tus dedos de pianista, palabras al oído, y una lista interminable de canciones.

Eres de esos fenómenos que no suceden a menudo, y cuando lo hacen son peor que un huracán, eres como una playa en una mañana de enero, fría y cálida a la vez; la tormenta y la calma después de la misma, noches en vela construyendo una historia, letras en las páginas de mis diarios, un café por la mañana después de una noche de desvelo. 

Estar contigo es de esas cosas que nunca quisieras que te pasaran, pero cuando pasan no quieres que dejen de suceder, que no dejes de sucederme, una incertidumbre constante, pero de la bonita; como mi grupo favorito escribiendo en la playa la canción más bonita del mundo, es como poner al universo entero de cabeza y no tener remordimiento alguno. 

Mirarte podría decirse uno de mis placeres más culposos, es escapar en un auto a toda velocidad y con los vidrios abajo para que el viento te despeine, es diseñar una y otra vez mi lugar favorito, es respirar profundo y robar un poco de aire, de aire con sabor a ti.

Tu sonrisa podría iluminar todas las estrellas del cielo más estrellado que puedas imaginar. Y tus brazos representan un lugar al que me gusta llamar hogar.

Ir escribiendo los capítulos de esta historia ha resultado uno de los retos más complicados, una bandera blanca en medio de mi guerra, como cuando a un niño se le dice "no" y no deja de protestar porque el resultado siempre sea a su favor, es como cruzar los dedos esperando tener suerte, como jugar un partido de fútbol y perder por goleada, pero seguir jugando.

Cero y van cinco, pero ¿Quién cuenta? 

Porque si se trata de estar a tu lado, no importa el destino, porque siempre voy disfrutando el viaje.