domingo, 30 de noviembre de 2014

Promesa



Un día verás que todas las lágrimas derramadas, las batallas perdidas, las noches en vela, las caídas, los tropiezos con la misma piedra, todo, todo habrá valido la pena.

Un día estaremos en algún lugar, riendo por todo aquello que tuvimos que pasar para ser lo que siempre quisimos. 

Y te prometo, y es una promesa que voy a cumplir, que me voy a abrazar a ti el tiempo que sea necesario, que me voy a aferrar y peleare con uñas y dientes, con mi último aliento, con todas las fuerzas que pueda encontrar; por aquello que alguna vez soñamos, que algún juego tonto mencionamos.

No voy a dejarte caer, podré fallarme a mi misma un millón de veces, pero en esto no puedo fallar; porque si caes, yo caigo contigo. Y hallaremos la manera para levantarnos y empezar todo de nuevo; seremos tú y yo contra el mundo, y el mundo no podrá vencernos. 

Te prometo que me aferraré a tu mano el tiempo que sea necesario; aunque mi vida se vaya en ello, para buscar nuestro lugar en el mundo.

No voy a dejarte ir. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Señales de advertencia.



Llegas a la mitad de una catástrofe
Llegas con tu sonrisa 
Sin preguntarme siquiera cómo estoy,
Pero te quedas,
Para reinventarlo todo.

No sé qué haces en un lugar como este,
Donde no hay nada fijo,
Donde las crisis son constantes,
Y se anda descalza por la casa,
Sin miedo a cortarse con los vidrios en el piso. 

No sé por qué te quedaste, 
En un desastre como éste,
Donde se llora de madrugada, 
Y se sonríe por las mañanas,
A pesar de las ojeras.
Donde hay más errores que aciertos,
Y se hace la revolución 
En medio de las treguas.

No sé por qué viniste, 
Si desde lejos puede verse,
Que este lugar es sólo ruinas,
Que hay sólo polvo acumulado, 
Y parece no importarme la alergia.
Donde no hay un lugar, 
Para protegerse de las tormentas, 
Y las goteras en el techo,
Son más que los baldes de agua,
Que uso para contenerlas. 

Pero llegas, y llegas con tu sonrisa, 
Que no luce a menudo,
Pero al hacerlo ilumina todo el lugar, 
Vas sacando el polvo, 
Y reconstruyendo el techo,
Sin antes borrar las marcas, 
En los huesos de mi clavícula.

Besas cada uno de mis defectos,
contemplas mis cicatrices,
Como sí fueran algo eterno.

Comienza la tormenta,
Y no te importa mojarte,
Saldrá el sol una vez más, 
Y atarás un arcoiris,
A mi cabello despeinado. 

No sé qué haces en mitad de este desastre, 
Llegas a tomar mi mano,
A no preguntarme nada,
A hacerme sonreír el corazón.

Quédate.