viernes, 23 de octubre de 2015

Recuento

Años que ya no puedo contar una mano, tu cabello largo en medio de una noche de copas, la primera vez que escuché tu voz en el teléfono, los chistes que hago sobre tus dedos largos, o tu gusto musical, nuestras voces al cantar en el coche, tu manera de mirarme y abrazarme cuando digo una tontería, la playlist que hice para acordarme de mi, un pueblo minero, la primera vez que te bese mientras estábamos en una sala de cine, la forma en la que conoces cada uno de mis gestos, las ganas de conocer todos tus secretos, la primera vez que comí en tu casa, el miedo de presentarte a mis papas, nuestro baile con una canción de banda, o con una canción ochentera, o con cualquier canción, aquella vez que cantaste en mi oído, tu manera de leer mi mente, cuando me miras a lo lejos y sonríes como si fuera inevitable, tus besos en mitad de una luz roja, la incertidumbre de saber cómo terminara esto, la manera en que aparentemente encontramos la manera de ser y de no ser al mismo tiempo, que podemos ser lo que nosotros queramos y que nada importa más que nosotros, la forma en la que en la que con el tiempo esto sigue creciendo sin parar. 

Y aunque digan que es una locura, o que me aferro a lo imposible, yo sigo apostando por nosotros.