domingo, 28 de septiembre de 2014

Ventana

Decidiste salir por la puerta, sin antes dejar abierta una ventana; decidiste quererme a medias para que siempre tuviera ganas de ti. Has ido por la vida apagando todas las luces de la casa construida con nuestra historia, todas menos la de mi habitación.

Y yo, yo aún no he tenido el valor para cerrar aquella ventana. En cambio he pasado las noches en vela con la ventana abierta de par en par, sin siquiera pensar en levantarme de la cama para cerrarla, a pesar del frío que se cuela por ella; no vaya a ser que una noche un pequeño golpe de suerte te traiga de vuelta. 

Incluso he dejado la cama destendida, para que el calor que dejaste en tu lado al partir, me abrace en tu ausencia, y el olor que se quedo impregnado en la almohada me recuerde que aún estás cerca. 

La cosa es que hoy desperté y noté que tu olor se está evaporando de mi almohada, tu lado de la cama comienza a acumular polvo, y sabes que soy alérgica. Ya no converso con tu foto en el desayuno, y andar a obscuras por la casa me ha causado demasiados tropiezos y heridas innecesarias. 

No puedo seguir pasando noches en vela esperando tu regreso, estoy exhausta. Está por llegar el invierno, el frío va a ser insoportable. 

Espero no tardes más en regresar, no pasará mucho tiempo antes de que sea necesario cerrar la ventana. 

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