domingo, 22 de noviembre de 2015

Fragmento VI

Duele tu ausencia, duelen las cosas más simples, como la seguridad de verte al despertar, el beso de las mañanas con sabor a madrugada, tu risa. Duele no verte, no escuchar tu voz, no verte llegar y subir los pies a la pared después de un día pesado.

Duele que te hayas ido, que todo este lleno de tu ausencia, duele tratar de hacerme fuerte, tratar de aparentar que no duele tu ausencia, que no pesa la distancia. Te extraño, cada día, todos los días. No soporto saberte lejos, tan ajena a mis días, a mis complicaciones y trivialidades. 

Extraño verte en el sillón tomando té de frambuesa hablando de nuestros días, y me da tanto miedo que tu ausencia se me haga costumbre, que me acostumbre a no tenerte en mi día a día, a saber que no estás conmigo. 

Comprendo tus motivos, y acepto la culpa de lo que me toca, pero el egoísmo me gana. No es fácil estar sin ti, todo es más gris, todo está roto. 

Te extraño, te extraño. 

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